El canto de un alma poética…

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La Primavera Sudaca


Creo haber sido uno de los únicos analistas en precisar que la irrupción de protestas sociales por el continente tenía un tufillo muy extraño.

Ahora me cierra un poco mejor la cuestión al comparar lo que se generó en Sudamérica con lo que sucedió entre 2010 y 2012 en los países norafricanos y parte asiática de los países musulmanes. Lo que dio en llamarse románticamente como «Primavera Árabe», dio inicio el 17 de diciembre de 2010 (¡vaya fecha!) cuando un vendedor ambulante tunecino se inmoló quemándose vivo al confiscársele sus productos y ahorros.

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«Escribo sobre la violencia para curarme de lo que yo viví»


El escritor colombiano Daniel Ferreira, ganador del Premio Clarín, explica por qué «Rebelión de los oficios inútiles» exorciza sus propios fantasmas

Daniel Ferrari. El ganador del Premio Clarín de Novela

Fechada en un momento clave de la historia de Colombia, cuando el fraude electoral enciende la mecha de la violencia política, Rebelión de los oficios inútiles, la ganadora del XVII Premio Clarín de Novela, narra en tono épico una toma de tierras encabezada por una mujer de 72 años y protagonizada por los trabajadores variopintos de un sindicato de oficios menores, es decir, el escalón más bajo de la pirámide social. Pero también cuenta el viaje errático de un hijo de millonarios detrás de una mujer que no lo ama, y su sueño imposible de construir un barrio exclusivo en la cima de una montaña. Narra, de manera coral, siguiendo los derroteros de distintos personajes, la fundación de un diario y su ocaso; los atropellos de los encumbrados y sus malas artes, los abusos y violaciones a los derechos humanos, la opción por la lucha armada de quienes ya no tienen nada que perder.

Todavía aturdido por la noticia y los festejos del premio, Daniel Ferreira confiesa que fue «un shock» para él. «Nunca esperé que hubiera tanto público, era como si le estuviera pasando a otro», confiesa. Sin embargo, no es el primer premio que obtiene este colombiano de 33 años: dos de sus novelas anteriores ganaron concursos en México y en Cuba.

-La novela ganadora  forma parte de un proyecto mayor, una “Pentalogía de Colombia”.

-Sí, mi proyecto son cinco novelas que he imaginado como una cadena de voces que atraviesan el siglo XX de Colombia y que retoman episodios de violencia extrema en los que, creo, está el origen de la sociedad actual, una sociedad desesperanzada, que está tratando de buscar horizontes, de repararse, pero cuyas heridas siguen abiertas.

-Hay una fecha precisa en torno a la que se organiza la historia: el 19 de abril de 1970.

-Es un punto de giro en Colombia, la caída del Frente Nacional, un reparto del poder entre dos partidos hegemónicos, la guerra fratricida del bipartidismo. En ese momento sube un presidente nefasto, Misael Pastrana, y ese hecho desencadena la aparición de una guerrilla tristemente célebre, el M-19. Esa década acabó muy mal, con doce grupos guerrilleros tratando de tomar el poder. En las décadas siguientes empezaron a jugar factores nuevos, como el narcotráfico y el paramilitarismo. En la novela, la narración está a cargo de un periodista que decide tomar una decisión muy de la época: alzarse en armas, porque ya las palabras no eran suficientes.

– La toma de tierras que es el centro del relato ¿es un hecho real ficcionalizado?

– Tomo un episodio casi olvidado de la región donde nací, una toma de tierras a fines de 1969, que quedó inserta en la memoria de la comunidad como algo épico. Pero lo que amplía ese horizonte son hechos que estaban ocurriendo a nivel nacional, políticas de represión del Frente nacional, la resistencia de la organización campesina, estrategias que abrieron abismos de clases.

– Los protagonistas anónimos de la toma son trabajadores de «oficios inútiles».

– Sí, el título de la novela, está relacionado con que son esos oficios que infravaloramos como pegar los ladrillos, barrer las calles, vender alimentos. Oficios muy representativos de una sociedad como la colombiana cuyo progreso se ha postergado tanto.

– Es muy fuerte el personaje de Anita Larrota, la líder de la invasión.

– Es un personaje tomado de una Anita Larrota real. Mi mamá empezó a contarme parte de la historia, mi abuelo otra parte; me la describían como una señora ancianita con trenzas blancas, que se metió en esto, enfrentándose a piedras con todo el mundo.

– ¿Por qué decidiste abordar este tema?

– Me interesa la violencia por lo que provoca en las sociedades,  en la gente que perpetra los crímenes, la gente que los sufre y la gente que tiene que reconstruirse a partir de eso. Cuando escriba la última pieza, quiero borrar este tema de mi vida. Es un tema que estoy exorcizando con esto, una forma de curarme de mi propia infancia, de lo que yo viví.

– ¿Qué fue lo que pasó en tu infancia?

– Vivíamos en un pueblo cercado, con toque de queda todos los días, con atentados. Cuando tenía 6 años salí a la puerta de mi casa y ví morir a unos policías, los ví agonizando y ví los perpetradores que me saludaban. Y me empecé a preguntar por qué, por qué se morían las personas, por qué se tenían que esconder, por qué se tenían que ir. Cuando salí de mi pueblo, fue un descubrimiento ver que a todos nos había pasado. Yo no he podido eludir esos temas, y no por ninguna idea de compromiso sartreano. Los hechos se han impuesto. Hemos vivido una época muy fecunda para odiarnos y para matarnos y despedazarnos, y yo escribo sobre ella.

Fuente: Revista Ñ

García Márquez y el escritor


por Gustavo Rubén Giorgi

Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha en Buenos Aires, en 1967. Fotografía de Sara Facio

Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha en Buenos Aires, en 1967. Fotografía de Sara Facio.

La muerte de Gabriel García Márquez ha producido tal conmoción en nuestras letras, como no se registraba una desde 1986, cuando murió Borges. La misma sensación de vacío, tristeza y desamparo se adueñó de todos los espíritus que aman la literatura en castellano, dictándoles idéntica convicción: no habrá otro igual. Ya no gozaremos de nuevas magias, ni gastaremos vida junto al Fabulador Supremo. Debemos dar por perdida la ilusión de que, aun teniendo que sobrellevar la peripecia de nuestra existencia gris, había un brujo tramando incansablemente para nosotros hiperbólicas felicidades.

Nos hemos quedado solos y es grande la cofradía de los dolientes: escritores, editores, periodistas, intelectuales y, con mejor derecho, agradecidos y desinteresados lectores de ayer y de hoy.

Parece evidente que un grupo sintió como ningún otro la partida del colombiano, y son sus colegas los periodistas. Es legítimo pensar que en cada uno de ellos anida la seguridad de estar llorando al mejor de los suyos, al que llevó a la excelsitud las triquiñuelas de la profesión y que se valió de ellas para dar forma a un incomparable. Empero…

Rodolfo Walsh dictaminó, con extraordinaria inspiración periodística y literaria, que de entre todos sus oficios terrestres el que más le convenía era el violento oficio de escribir: García Márquez, que compartió muchas cosas con Walsh, podría haber concordado con la salvedad de que, para él, no hubo otro quehacer que no fuera ese, y, precisando el juicio, el de escritor de libros hasta las últimas consecuencias y costara lo que costase.

Lo sabemos porque se lo confesó a un periodista y también, naturalmente, escritor.


En junio de 1967, Buenos Aires era la capital de la industria editorial en lengua española. Era natural, por tanto, que Cien años de soledad, la novela que estaba en boca de todo el mundo, se hubiera editado aquí. (Nos hemos acostumbrado tanto a las pérdidas que hoy esa primacía se nos ocurre tan lejana como ajena).

Dos tapas de Primera Plana, un concurso en que fue jurado junto a Roa Bastos y Marechal y un extraordinario reportaje de Ernesto Schóo fueron el marco del hoy mítico acontecimiento de su visita a la Argentina, que debe no poco a la intuición de aquel gran periodista que fue Tomás Eloy Martínez.

Cóctel en el Hotel Plaza. La excusa, entregar el premio del mentado concurso, pero la verdad es que todos quieren una palabra de la nueva celebridad. Acosado por los cronistas, García Márquez desilusiona a todos por igual con la misma explicación: no da entrevistas.

Entre aquellos está Antonio Requeni, de La Prensa. No se resigna. Espera a que la ingesta de bebidas y bocadillos apacigüe los ímpetus para buscar otra oportunidad. La reunión desmaya y el fin se ve cercano; los escribas experimentan la melancolía de cada uno de esos convites, cuando la urgencia de la redacción les recuerda que su participación en el mundo de las exquisiteces, el boato y los comedimientos es ilusorio, o apenas tangencial.

Ralea la concurrencia, lo que le permite vislumbrar (¡charlando con el invitado!) a Beatriz Guido, que para el mundo es escritora profesional, pero que, en realidad se desempeña como ángel tutelar de su “Babsy” y, según aseguran quienes la conocieron, de cualquier amigo en trance de afán. Antonio Requeni es uno de ellos y busca un aparte.

—Betty, por favor, conseguime unos minutitos con García Márquez…

—Pero, vos viste, no quiere hablar con nadie, Antonio.

—Decile que es para La Prensa, que es un diario importante, el más viejo de Buenos Aires. Dale…

Beatriz despliega sus alas y susurra quién sabe qué conjuro al ilustre y esquivo visitante, que accede a conceder tres minutos, no más.

¿Qué preguntarle a ese hombre retacón, morocho, que le recuerda al por aquel entonces célebre Juan Valdés, símbolo del café de Colombia? La premura y la poca paciencia no son, por cierto, las mejores condiciones para sacarle el jugo a una exclusiva. Pero no hay que dejar pasar la ocasión.

Transcribo:

—¿Cómo definiría su estilo? —es la primera pregunta.

Seco, cortante, el novelista contesta:

—Un realismo disparatado.

—¿Reconoce algún antecedente?

—Hasta hace poco reconocía antecedentes, pero después de analizarlo mucho, comprendí que eran los críticos quienes me habían hecho creer en esas influencias. Hoy, los únicos antecedentes que reconozco son los cuentos que me contaba mi abuela.

(…)

Le pregunto entonces si la transformación operada en la narrativa de los últimos años, especialmente en América Latina, tiende únicamente a renovar aspectos formales o pretende además reflejar una nueva visión de la realidad.

—Los novelistas como Cortázar, Carpentier, Guimarães Rosa, Vargas Llosa y yo mismo —contesta— nos estamos dando cuenta de la verdadera realidad latinoamericana y para poder expresarla tenemos que experimentar nuevas formas, formas que tiendan a reflejar más certeramente esa realidad. Creo que escribir novelas es contar las cosas que le pasan a la gente. Antes se le daba importancia al paisaje, ahora queremos profundizar esos caracteres y en eso va incluido todo (el paisaje, las psicologías individuales, la situación política y social). Usted ve que ya no se hacen panfletos, ahora se escriben novelas.

—¿Eso quiere decir que la novela es sucedáneo del libelo?

—No —responde rápidamente—, la novela no es un sucedáneo, pero lo incluye. Una novela auténtica, en estos momentos, necesariamente debe constituir un testimonio social y hasta político, pero implícitamente, a través del hombre, no como se hacía antes.

(…)

—¿Cree que puede alcanzar trascendencia una novela que se escriba hoy en América con una estructura y una expresión tradicionales, de espaldas a la experimentación de la novelística actual?

—Yo no niego nada de la novelística anterior. Los defectos de que podía adolecer no eran el tratamiento, los procedimientos estilísticos, que no eran malos. Lo que ocurre es que antes había una forma distinta de ver las cosas.

El entrevistador advierte que el embrujo de Beatriz se disipa. En cualquier momento García Márquez lo dejará plantado o —lo que es peor— alguno se avivará y…¡adiós, primicia! Pregunta lo primero que se le viene a la cabeza.

—¿Qué consejo daría a un joven escritor latinoamericano con vocación de novelista?

La pregunta es inocente, y también un lugar común. Pero esos tiempos también eran de inocencia, una inocencia tan grande como para llamar “dictablanda” a la tiranía de turno. El país vivía por inercia de las glorias del pasado, e ignorábamos que el golpe de 1966 marcaba la cuenta regresiva que nos llevaría a la destrucción y el horror.

—Que escriba mucho. El principal problema de los escritores latinoamericanos es que, en general, son escritores de domingo. No se dedican de lleno a la creación.

—De acuerdo; pero tenga en cuenta que muchos escritores, aún importantes, deben trabajar en otra cosa para vivir, para sostener a una familia, dar de comer a sus hijos…

El periodista se siente tocado. Él a su vez es escritor, pero es para parar la olla que está frente al comienzo de la leyenda. Aunque las amarillentas páginas de La Prensa nos desmienten, el escritor le espeta, de manera brutal:

—¡Pues que los hijos se mueran de hambre!

Reflexiona Requeni:

La respuesta me pareció un exabrupto y no me animé a consignarla en el reportaje. Más tarde comprendería el verdadero sentido de la frase. García Márquez no dejó morir de hambre a sus hijos pero, con su esposa, hizo muchos sacrificios para poder dedicarse a escribir.

¿Cansancio? ¿Fastidio? ¿El whisky? Tal vez, un poco de cada cosa, pero también la confirmación de que ese hombre tímido, a pesar de su apariencia maciza, había tomado ya una determinación irreversible. Se había dado cuenta de que tenía algo importante que decir y lo haría, del modo que fuese y sin importarle los sacrificios o lo que hubiera que dejar por el camino.

Matar a los hijos de hambre seguro que no, pero lo necesario como para dejar con la boca abierta a cualquiera, como a un azorado periodista de Buenos Aires, en el lejano invierno de 1967.

Fuente: Letralia

Amor eficaz


Anoche, antes de dormir, me encontré con un excelente documento presentado por Canal Encuentro con el que conocí la vida y el pensamiento de Camilo Torres. Un hombre que se animó a luchar contra su propia clase y a mirar al mundo con otros ojos desde su vocación sacerdotal. El cura guerrillero demostró que el amor es una acción definida y arriesgada que no se termina en las buenas y lindas palabras de un sermón. Un desafío para todos aquellos que consideran la vida principalmente desde la abstracción de los mensajes sin la contundencia de los hechos. Seguramente, alguno se escandalizaría de que un sacerdote empuñe las armas para luchar por aquellos excluidos de siempre, pero habría que indignarse de una sociedad injusta en la que la religión se codeo con los opresores y vive para brindarle nada más que caridad a los marginales. En Argentina, no podemos olvidar que la Iglesia Católica fue la que fomentó, participó e impulsó los bombardeos sobre Plaza de Mayo en 1955 para derrocar a un gobierno que desde el Vaticano era considerado como la encarnación de lo diabólico. El vídeo compartido aquí no es el que corresponde al emitido por Canal Encuentro, pero vale para quienes quieran conocer un poco la historia de este cura que entendió en su tiempo que no podía vivir en la tibieza de la religión que apaña y es cómplice de las peores vejaciones a nuestros pueblos.

De pronto, suele tildarse a su historia como la incursión del comunismo en la Iglesia, pero debiera considerarse que la doctrina de Cristo, sobre la que se fundó la Iglesia, tenía un claro sesgo comunista en todo lo que desafiaba a sus contemporáneos. Qué difícil es entender toda la trama que hasta el presente mantiene divida y sumida en la violencia a la sociedad colombiana, pero no hay que olvidar que la oligarquía de nuestros países son capaces de cometer aberraciones como la denominada simplemente Violenicia y así también el ya referido bombardeo sobre civiles de una plaza o el derrocamiento de un presidente constitucional como Allende, en Chile, bombardeando todo hasta asesinarlo. El amor eficaz requiere de un compromiso político ineludible porque para revolucionar la sociedad injusta en la que nos toca vivir, no alcanza con ir a la iglesia y conformarse de que deseamos lo mejor para los de afuera. Camilo Torres representa un desafío mayúsculo para todos los que se asumen como cristianos.

 

BIOGRAFÍA POLÍTICA DE CAMILO TORRES

    Vida de Camilo

Camilo Torres (1929-1966)

Camilo Torres (1929-1966)

Jorge Camilo Torres Restrepo nació en Bogotá el 3 de febrero de 1929. Sus padres fueron Calixto Torres Umaña, prestigioso médico, e Isabel Restrepo Gaviria. De familia acomodada, burguesa y liberal. Vivió junto con su familia en Europa, entre 1931 y 1934. En 1937, el matrimonio se disolvió, y Camilo pasó a vivir con su madre y su hermano Fernando.

Se graduó como bachiller en el Liceo Cervantes en 1946. Luego de estudiar un semestre de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, ingresó al Seminario Conciliar de Bogotá, donde permaneció siete años, tiempo durante el cual Camilo se comenzó a interesar por la realidad social, creando un círculo de estudios sociales, junto con su compañero Gustavo Pérez. Como cristiano, se sintió atraído por el tema de la pobreza y la justicia social.

Camilo se ordenó como sacerdote en 1954, y luego viajó a Bélgica a estudiar sociología en la Universidad de Lovaina. Durante su estadía en Europa, hizo contacto con la Democracia Cristiana, el movimiento sindical cristiano, y con los grupos de resistencia argelina en París, factores que lo llevaron a acercarse a la causa de los oprimidos. Fundó con un grupo de estudiantes colombianos de la universidad el ECISE (Equipo colombiano de investigación socioeconómica).

En 1958 se graduó como sociólogo con el trabajo “Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá” (publicado en 1987 como “La proletarización de Bogotá”), que fue uno de los pioneros en sociología urbana del país. En 1959 regresó a Bogotá y fue nombrado capellán de la Universidad Nacional. Allí, junto con Orlando Fals Borda, fundó la Facultad de Sociología en 1960, a la que estuvo vinculado como profesor.

Sus investigaciones sociológicas iniciadas con su tesis de grado lo llevaron a familiarizarse con las estructuras sociales tanto urbanos como rurales. Fundó el Movimiento Universitario de Promoción Comunal (MUNIPROC), y desarrolló trabajos de investigación y de acción social en barrios populares y obreros de Bogotá, como el barrio Tunjuelito. Como capellán, introdujo en Colombia muchas de las reformas del II Concilio Vaticano, como dar la misa de frente y no de espaldas, y decirla en español y no en latín. Pregonó que el problema no era rezar más sino amar más.

En 1961 empezó a tener problemas con el cardenal Concha Córdoba, quien no veía con buenos ojos las labores de Camilo. La situación fue tornándose espinosa, hasta que el prelado lo destituyó de su cargo de capellán, de los trabajos académicos y de las funciones administrativas que tenía en la Universidad Nacional.

Colaboró con la investigación dirigida por Germán Guzmán, publicada como “La violencia en Colombia” (1962, segundo tomo 1964). En 1963 presentó el ensayo “La violencia y los cambios socioculturales en las áreas rurales colombianas”, en el primer Congreso Nacional de Sociología. Hizo parte del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) y la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP). Presionado por el alto clero, en 1965 renunció al sacerdocio.

Ése año, planteó una plataforma para un movimiento de unidad popular, gestando así a la fuerza política “Frente Unido del pueblo”. Desarrolló numerosas manifestaciones y actos públicos, y publicó el semanario “Frente Unido”. Igualmente hizo contacto con el Ejército de Liberación Nacional, conformado en 1964, con el que acordó la continuación de la agitación política en las ciudades, y su posterior ingreso a la organización cuando se considerase necesario.

El segundo semestre de 1965 Camilo trabaja en el impulso al Frente Unido y en la publicación del semanario del movimiento (el “Frente Unido”). Camilo llenó las plazas públicas y tuvo un vertiginoso ascenso político. Ratificó el abstencionismo como posición revolucionaria.

Luego del hostigamiento y la persecución estatal, se vinculó en noviembre al ELN, y lanzó la “Proclama a los colombianos”. En su primer combate, el 15 de febrero de 1966, murió en combate en Patiocemento, Santander. Sus restos mortales fueron sepultados en algún lugar clandestino, desconocido hasta el momento.

 

    Pensamiento político

Camilo formó parte de una iglesia contestataria internacional que se desarrolla en la década de 1960, convirtiéndose en una de sus figuras principales. El cristianismo bien entendido suponía, para Camilo, la creación de una sociedad justa e igualitaria. Esto lo tradujo como la obligación de hacer una profunda revolución, que despojara del poder a los ricos y explotadores (la oligarquía), para darle paso a una sociedad socialista.

Los principales planteamientos de Camilo Torres pueden sintetizarse en las siguientes ideas en torno a la situación nacional: para transformar el país y lograr el bienestar de la clase popular es necesario liberar al país del imperialismo norteamericano y de la oligarquía que sirve a sus intereses; es necesaria la fusión, la movilización y la vinculación de los sectores pobres de la población a la lucha por la construcción de un nuevo Estado. Por esto, debe generarse la unidad del movimiento revolucionario y opositor, aglutinando a las masas oprimidas del país; debe tenerse la convicción de llevar la lucha hasta el final afrontando todas las consecuencias; y por último, los cristianos no solamente tienen la posibilidad de participar en la revolución, sino que tienen la obligación de hacerlo (“el deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución”).

Otro elemento fundamental en el pensamiento de Camilo lo constituyó su esfuerzo por conciliar el cristianismo con el marxismo, impulsando un nuevo tipo de sociedad de carácter socialista y cristiano, basado en la justa distribución de la riqueza. “Los marxistas luchan por la nueva sociedad, y nosotros, los cristianos, deberíamos estar luchando a su lado”.

Todo este proceso debe ser desarrollado, como lo plantea Camilo, a partir de la acción popular, combinando la actividad política con la militar, y llevando a cabo labores políticas y organizativas a partir de las bases, es decir, en estrecha relación con el pueblo.

La formación del pensamiento político de Camilo estuvo marcado por varias etapas. En primer lugar, tuvo una formación cristiana católica, pero siempre estando vinculado a la realidad social, y a la situación de pobreza de la población colombiana. Posteriormente viajó a Europa donde se formó como sociólogo, pero también donde hizo contacto con el mundo socialista y el movimiento obrero.

A su regreso a Colombia, Camilo se planteó complementar sus esfuerzos por el bienestar de los pobres con la actividad científica e investigativa, a partir de sus conocimientos de sociología. En este sentido, desarrolló proyectos de acción social y comunitaria, en los que puso el saber sociológico al servicio de los sectores pobres.

Pero sus labores fueron truncadas y entorpecidas por la burocracia gubernamental y el régimen político, factor por el cual Camilo pasó a participar en el campo político, oponiéndose al sistema del Frente Nacional (1958-1974) en el que los partidos tradicionales, el liberal y el conservador, se repartirían el poder milimétricamente, excluyendo a los demás sectores políticos. En esta perspectiva, Camilo gestó e impulsó el “Frente Unido del pueblo”, en el que buscaba aglutinar a todas las fuerzas políticas revolucionarias y de oposición en torno a la “Plataforma del Frente Unido”, que constaba de diez puntos, los cuales hacían referencia a: reforma agraria, reforma urbana, planificación, política tributaria, política monetaria, nacionalizaciones, relaciones internacionales, salud, familia y fuerzas armadas.

La incapacidad de lograr cambios auténticos y profundos por medios pacíficos y legales, llevó a Camilo a plantearse la necesidad de la lucha armada como medio para el establecimiento de un nuevo estado y una nueva sociedad, de carácter socialista. Por ello se vinculó al ELN, donde esperaba alcanzar la realización de la revolución en Colombia, hasta que cayó muerto en su primer combate.*

Su ejemplo inspiró a movimientos de sectores cristianos como el grupo “Golconda”, o el caso chileno de “Sacerdotes para el socialismo”, impulsor del ascenso de Salvador Allende, y a personalidades como el padre Ernesto Cardenal, participante de la rebelión sandinista en Nicaragua, y en general, a las comunidades eclesiales de base, que conformaron una nueva iglesia latinoamericana comprometida con el cambio revolucionario, originándose la corriente conocida como la “teología de la liberación”.

Igualmente, el ejemplo de Camilo fue retomado por sacerdotes comprometidos que se vincularon a la lucha armada, como los casos de los españoles Domingo Laín y Manuel Pérez, que morirían combatiendo con el ELN. (Pérez llegó a ser comandante político de la organización, hasta que murió por una enfermedad en 1998).

Hoy en día, su ejemplo se mantiene en la lucha revolucionaria que mantiene el Ejército de Liberación Nacional desde hace 38 años, y su pensamiento perdura en estudiantes, obreros y campesinos de toda Colombia y América Latina.

Edgar Camilo Rueda Navarro – 2002

BIBLIOGRAFÍA SOBRE CAMILO TORRES

Sobre Camilo se han escrito numerosas obras que trascienden todos los géneros, en las que se pueden encontrar ensayos, libros, tesis de grado, artículos, reportajes, etc., así como obras a nivel internacional. Las más destacadas son:

SOTO APARICIO, Fernando. “La siembra de Camilo”. (novela). Bogotá, Plaza y Janés, 1971.

BRODERICK, Walter. “Camilo Torres. El cura guerrillero”. Bogotá, Círculo de lectores, 1977. {edición colombiana}

VILLANUEVA, Orlando. “Camilo. Acción y utopía”. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1995.

HABEGGER, Norberto. “Camilo Torres, el cura guerrillero”. Buenos Aires, Peña Lillo, 1967.

LÓPEZ, María. “Camilo camina en Colombia”. Bogotá, 1989.

TRUJILLO, Francisco. “Camilo y el Frente Unido”. Bogotá, 1987.

Fuente de la biografía: Marxists Internet Archive

Medellín: Capital Mundial de Aves


Algunas de las aves conocidas de Medellín y la zona metropolitana tomadas por aficionados y miembros de la SAO. FOTOS CORTESÍA SAO

Mientras en todo Norteamérica existen unas 680 especies de aves, en Medellín y el Valle de Aburrá se conocen alrededor de 430. Es por eso que se quiere posicionar la ciudad como la capital mundial de estos animales, una iniciativa bajo la cual comienza hoy el Festival de Aves de Medellín. No es esa la única intención de este programa que contará con cerca de 30 actividades gratuitas, entre películas, conferencias con expertos nacionales e internacionales, jornada en bicicleta y visitas al zoológico.

Ana María Castaño, presidenta de la Sociedad Antioqueña de Ornitología (SAO) recordó que se celebran los 30 años de esa organización, que recibirá reconocimientos del Concejo de Medellín y la Gobernación de Antioquia en una ceremonia en el Orquideorama mañana.

La idea es institucionalizar el festival en noviembre, un mes donde se juntan nuestras aves con las ilustres visitantes que migran por estos días desde el norte del continente.

La guía

En lo que fue la apertura oficial, anoche, en un acto en el Museo de Ciencias Naturales de La Salle, en el campus Fraternidad del Instituto Tecnológico Metropolitano, se lanzó la Guía Fotográfica de las Aves del Valle de Aburrá.

Contiene fotografías de 430 especies de aves del suelo metropolitano, más de la mitad, unas 250 de ellas residentes también en la zona urbana.

«Pero casi todas están a menos de 20 minutos de viaje del centro de los municipios», explicó Ana María.

La guía contiene información sencilla de todas esas aves, no para científicos sino para cualquier público, que puede así aprender a identificar las que observa en sus actividades diarias.

Son fotografías de aficionados y solo unas 5 de esas aves no se observan con frecuencia en esta subregión.

La guía se venderá a $90.000 y es uno de los actos centrales del Festival, que se inauguró en el Museo pues el hermano lasallista Marco Antonio Serna fue el fundador de la SAO.

Dentro de la programación especial figuran las conferencias de invitados internacionales y nacionales, que se cumplirán en Eafit y el Parque Explora, y el cine de aves, que se presentará en el Centro Colombo Americano.

La esencia del evento

El objetivo del festival es, además, como dijo Jorjany Botero, directora ejecutiva de la SAO, «promover la divulgación, sensibilización y conservación de la biodiversidad de Colombia».

El país es número uno del planeta en especies de aves, 1.900. Medellín y el Valle de Aburrá poseen la quinta parte, por lo que bien la ciudad puede ser considerada la capital de las aves y por eso se promoverá como tal en este y los demás festivales que vengan.

Una programación intensa, gratis, que acercará al ciudadano del común con la variedad de aves que habitan la zona metropolitana y que alegran el día a día.

La programación completa se puede encontrar en http://www.festivaldelasavesmedellin.com. Las conferencias serán transmitidas vía streaming en este sitio.

La clausura oficial se cumplirá el domingo desde las 4 de la tarde en el Cerro El Volador con demostración del vuelo de las cometas como homenaje a las aves.

A alzar el vuelo

EN DEFINITIVA

Desde hoy y hasta el domingo se cumplirá el Primer Festival de Aves de Medellín para celebrar los 30 años de fundación de la Sociedad Antioqueña de Ornitología (SAO).

PARA SABER MÁS

ALGUNAS DE LAS ACTIVIDADES

Sábado, a las 9 a.m., ciclada del Cerro El Volador al Jardín Botánico.

Jueves 6, 4:30: Festival de cine verde de Barichara, en el Colombo y a las 6:30 La evolución del vuelo de las aves, con Gareth Dyke en Ciencia en Bicicleta en Explora.

El viernes, a las 8, ciclo de conferencias nacionales El cuento con las Aves, en Corantioquia.

ANTECEDENTES

AVES CON UN REGISTRO RECIENTE

De las aves que se observan en el Valle de Aburrá 4 son endémicas (solo existen acá) y 2 están amenazadas de extinción.

De todas las que se han observado en la región, unas 320 tienen registro reciente.

La insignia del festival es la Grallaria rufocinerea (tororoi rufocenizo) de color castaño rojizo y gris en la parte inferior.

Fuente: El Colombiano.com

GUERRA CONTRA LAS DROGAS


El 40º Presidente de Estados Unidos - foto: whitehouse.gov

El 40º Presidente de Estados Unidos – foto: whitehouse.gov

En 1986, el presidente Ronald Reagan recogió la lanza que Richard Nixon había alzado unos años antes, y la guerra contra las drogas recibió un multimillonario impulso.
Desde entonces, aumentaron sus ganancias los narcotraficantes y los grandes bancos que les lavan el dinero;
las drogas, más concentradas, matan el doble de la gente que antes mataban;
cada semana se inaugura una nueva cárcel en los Estados Unidos, porque se multiplican los drogadictos en la nación que más drogadictos contiene;
Afganistán, país invadido y ocupado por los Estados Unidos, ha pasado a abastecer casi toda la heroína que el mundo compra;
y la guerra contra las drogas, que ha hecho de Colombia una gran base militar norteamericana, está convirtiendo a México en un enloquecido matadero.

Eduardo Galeano, Los hijos de los días, Octubre 27, página 339

Galeano

Eduardo Galeano, escritor uruguayo nacido en Montevideo en 1940


 

Ronald Reagan, según la Casa Blanca

Ronald Reagan

 Al final de sus dos períodos en la presidencia, Ronald Reagan vio con satisfacción los logros de su innovador programa conocido como la Revolución Reagan, la cual se propuso revigorizar al pueblo estadounidense y reducir su dependencia al Gobierno. Él sintió que había cumplido con su promesa de campaña de 1980 de restaurar «el gran y confiado rugido del progreso, crecimiento y optimismo estadounidense.»

-tomado y traducido del sitio web de la Casa Blanca – http://www.whitehouse.gov/about/presidents/ronaldreagan

 

Vale decir que la historia puede ser contada siempre de modo muy distinto, según el costado del que se la mire. Ronald Reagan fue el perpetrador de una política salvaje que tuvo como víctima principal, entre muchos otros, a la débil e inofensiva Nicaragua, que según el mandatario estadounidense, era un peligro para la seguridad nacional. La guerra contra las drogas es otro de esos grandes negocios llevados adelante con mucha propaganda que vende las mentiras a un mundo ingenuo, para sacar como rédito esas enormes ganancias que deja toda guerra a sus principales interesados.