El canto de un alma poética…


A mí, una humilde y pequeña mujer, me encargaba el cuidado de sus trabajadores, lo que él más quería. Y yo me dije a mí misma: 
—Pudo encomendárselo a otros… pero no, quiso que fuese yo. Una mujer que no sabe otra cosa que quererlo! Cuando quiso probarme su amor, me encargó que cuidase de sus obreros.

EVA PERÓN, La razón de mi vida

Se cumplen 100 años del nacimiento de la mujer más trascendente e influyente de la historia argentina. María Eva Duarte nació en Los Toldos, provincia de Buenos Aires, el 7 de mayo de 1919. Vivió su infancia y juventud en la pobreza. Llegó a vestirse de gala por diseños exclusivos de Christian Dior y otros grandes de la moda europea, pero jamás olvidó su esencia ni su pertenencia al pueblo trabajador. Su lucha inclaudicable en favor de sus descamisados y de los más humildes, la convirtió en la figura trascendental de la historia argentina que hoy es. Fue odiada como ninguna persona por la rancia y putrefacta oligarquía que tuvo el indecoroso y nefasto acto de celebrar su muerte cuando todo el pueblo argentino y el mundo vivían el luto de perder a una joven inigualable. La propia Iglesia Católica de la que Evita fue seguidora fiel, cometió la herejía infame de complotarse con la criminal dictadura argentina para desaparecer sus restos durante 14 años. Y nada define mejor a los criminales sucesores de Perón que los actos de que fueron capaces con el cadáver de Eva Duarte de Perón.

Existe en Argentina una apócrifa idea que afirma que al argentino le falta cultura del trabajo y que eso es culpa del Peronismo. Una premisa divulgada para que los ignorantes de la historia argentina se entretengan pensando que están diciendo algo coherente.

El Estado amplió su autonomía relativa respecto de las distintas clases y grupos sociales: medió entre trabajadores y patrones, legitimando las reivindicaciones laborales, y también reguló al sector empresario, al que financió con subsidios de todo tipo para la formación de empresas industriales vinculadas al mercado interno.

María Seoane y Víctor Santa María, Eva Perón. Esa Mujer, p. 47

El Peronismo fue el único gobierno en Argentina en conseguir el pleno empleo durante su primer mandato, entre 1946 y 1952. Y Eva Perón fue infatigable y apasionada en su lucha por la conquista de una Patria libre, justa y soberana. Ninguna Primera Dama antes, ni después fue tan comprometida con las luchas sociales de los trabajadores y los menos favorecidos de la Patria.

La Fundación Eva Perón mostró en apenas 3 años de existencia el verdadero camino de la solidaridad, en contraposición a esa limosna hipócrita que acostumbraban a dar las clases privilegiadas como para acallar la voz de sus conciencias. Un genuino ministerio de generosidad orquestado en el centro mismo del poder político. Se saldaban con el Peronismo las eternas deudas que tenía el país agroexportador conocido como «el granero del mundo» con su propio pueblo. Y tanto fue el crecimiento del país por esos años que la ayuda de los argentinos llegó a los países devastados de la Europa de la posguerra. También los hermanos países de Latinoamérica recibieron la generosidad que teníamos para brindar. Y jamás debió nuestro país dejar de ser ese faro de prosperidad al mundo, pero lamentablemente, lo quisieron siempre de rodillas ante el dominio del creciente imperialismo norteamericano, que fue uno de los principales perpetradores del derrocamiento del peronismo en 1955, cuando ya Evita había pasado a la inmortalidad.

Evita dejó sumido a su pueblo y a sus descamisados en un desconsolado luto el 26 de julio de 1952 cuando apenas contaba con 33 años.

Eva entró en mi vida como el destino.

Juan Domingo Perón

Los nefastos serviles de los poderes extranjeros y de la minúscula y putrefacta oligarquía se envilecieron hasta niveles perversos en su odio contra la figura de Eva Perón, llegando al punto de profanar su memoria, expatriando con un nombre falso su cadáver para ser enterrado en un cementerio italiano, con la ayuda cómplice del Vaticano.

El padre Francisco Rotger fue el encargado de elaborar el plan que tendría inicio en Buenos Aires y culminaría con el entierro en el campo 86, jardín H1 del Cementerio Mayor de Milán.
Recibió el cuerpo otro sacerdote: el padre Penco, quien además, por instrucciones, se aseguró de que todos los días la tumba tuviera arreglos florales frescos. De ello se encargaría una religiosa en Milán; la misma que preparó el espacio donde fue sepultado y escondido el cuerpo de Eva Perón durante 14 años.
Uno de los secretos mejores guardados de la historia de nuestro país logró que paradójicamente 
el mismo pontífice que había recibido a Eva agradeciéndole su obra para con Italia fuera quien girara la vista a un costado para que la Orden de San Pablo procediera en su empresa con el gobierno de facto.
Esa tumba nunca fue visitada por nadie. Italia la vio llegar en una noche fría de invierno norteño, sin que nadie se preguntara quién era, sin que nadie supiera que la mujer que le había dado a Italia el préstamo de quinientos millones de dólares para la compra de alimentos y toneladas de ropa para las víctimas de la posguerra, seguía alerta, sin descansar, a pocos pasos de sus vidas.

Infobae: Eva Perón en Milán: el viaje jamás planeado.

Qué tiempos gloriosos los días peronistas para un país que siempre fue pisoteado por los cipayos de adentro y los poderes foráneos. Nos falta tanta historia a los argentinos que debiéramos aprender a reconocer a nuestros verdaderos héroes nacionales, antes de opinar sobre temas como lo político, de lo que sabemos tan poco. Un pueblo ignorante de su propia historia volverá a tropezar con la misma piedra tantas veces. Desde la precariedad de Los Toldos hasta la gloria incomparable. ¿Cómo sería nuestro país si la impronta del Peronismo no hubiera sido proscripta hasta el punto de querer borrarla de la historia? ¿Cuántas conquistas que todavía hoy gozamos, la debemos a la excepcional vida de Evita?

A la Fundación llegaba a las ocho de la mañana y se iba a las cuatro del día siguiente. Las piernas se le hinchaban, se sacaba los zapatos debajo del escritorio y quedaba descalza… había que verla de cerca, en el trato diario, podía ser insoportable de tan inmediata. Cuando me decía a mí o a otros «esto lo quiero para mañana», había que tenerlo listo porque si no se le escapaban insultos gruesos, descargaba toda su rabia en el que tenía adelante, le saltaba la bronca. Era difícil estar con ella en esos momentos. Después, la entendí: se le acababa el tiempo, estaba muy apurada… Me acuerdo del chico de las moscas. Yo la había acompañado a una recorrida por las barriadas pobres. Por entonces, las villas eran buenas, se podía entrar, no había violencia, sólo pobreza, mucha pobreza. Se nos acercó un chico que tenía la cabecita completamente negra… eran moscas. Evita no se contuvo y se largó a llorar, después pidió que lo lleváramos al hospital donde se curó, pero a ella nunca se le fue la impresión. Esas cosas le daban una rabia inmensa, se volvía loca.


Aurora Venturini, trabajó en la Fundación Eva Perón como psicóloga

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