Una necesidad: un derecho

Donde hay una necesidad, hay un derecho.

Eva Perón

La obra inigualable a la que se abocó Evita durante su fugaz pero inmortal vida política tiene que ver con su concepción respecto a la beneficencia. Se ocupó personalmente de llevar adelante el ministerio del buensamaritanismo, atendiendo a los que nunca habían sido escuchados y que no volverían a serlo por décadas en el infame país conocido como «granero del mundo».

Evita: la incomparable mujer argentina

A mí, una humilde y pequeña mujer, me encargaba el cuidado de sus trabajadores, lo que él más quería. Y yo me dije a mí misma: 
—Pudo encomendárselo a otros… pero no, quiso que fuese yo. Una mujer que no sabe otra cosa que quererlo! Cuando quiso probarme su amor, me encargó que cuidase de sus obreros.

EVA PERÓN, La razón de mi vida

Evita Inconmensurable

Evita: Abanderada de los humildes

Estaba Evita en su oficina firmando cheques, cuando entra una abuelita sin dientes a pedirle un colchón para su casa. Eva le pregunta si tiene cama; la ancianita le dice que no. Eva dice: «Le daremos una cama». Mirando la vestimenta de la abuela pregunta cuántos son. La mujer le responde: «Somos seis.» Evita le dice con una sonrisa: «No se preocupe; les daremos seis camas y colchones.» La abuelita con lagrimas y preocupación le dice: «No me entran, vivimos en una piecita, todos apretados.» Eva Perón repite su discurso y añade: «No diga más. Le damos una casa, así entran las camas.»

Finalmente, la amada Evita le pregunta: «Dígame: ¿cómo llegó?» La abuela se pone a llorar y susurra:
«Caminando llegué hasta acá.»

Eva: «Yo la llevo a su casa madre.»